Debemos agradecer a Rogelio Cabado y a Antonio Rojas esta iniciativa tan singular, que nos llega en el tercer aniversario de la partida al cielo de Abelardo, y que sirve como reconocido homenaje a la persona del cofundador de los Cruzados de Santa María y célebre apóstol de Madrid. Gracias a la publicación de estas grabaciones ahora podremos todos disfrutar de la palabra y de la voz de nuestro querido Abelardo. Fue un acierto que Rogelio se las grabara a Abelardo ya anciano, cuando todavía podía declamarlos.
Él disfrutaba enormemente en las veladas y nos hacía disfrutar en ellas. Los campamentos y las convivencias siempre se cerraban con su intervención. Y antes de deleitarnos con alguna de sus canciones, nos brindaba su humor. Su especialidad eran los chistes. Podía estar contando historias durante más de una hora sin repetirse. Se le daban especialmente bien los chistes encadenados, eso que hoy llamaríamos monólogos: Guadalcanal, las aventuras de Leonardo, los sucedidos del «finado Fernández», y otros muchos, han quedado grabados en la memoria de cuantos le escuchamos, con su voz, su entonación y sus gestos, y siguen despertando en nosotros carcajadas después de tanto tiempo.
¿Y qué decir de sus poesías? Con frecuencia, después de los chistes, nos brindaba algún poema, de esos que había aprendido en la escuela: El piyayo; El embargo; Salve, bandera; etc. Las recitaba de un modo característico, difícil de imitar: elevaba la voz y se metía de tal manera en el personaje, que parecía adueñarse incluso de la modulación del acento propio del protagonista.
Y a continuación, ya nos ofrecía sus canciones. Cuánto pudimos disfrutar de ellas, y seguimos disfrutando hoy, por haber sido publicadas en la célebre trilogía editada por EDIBESA. Ahora, más de veinte años después, ha llegado el momento de la edición en audio de esta selección de las poesías que él recitaba y de los chistes y piezas de humor que tanto le gustaban.
Que a través de esta sencilla publicación muchos se animen a conocer más y mejor su vida y su legado, y se decidan a conocer y a amar más a Jesucristo, por quien Abelardo recitaba con tanta pasión sus poesías y nos deleitaba con su humor.
¡Muchas gracias!

José Luis Acebes